miércoles, 17 de diciembre de 2008

Reflexión al Lado oscuro del corazón


El lado oscuro del corazón

“Pero eso si y en esto soy irreductible no les perdono bajo ningún pretexto que no sepan volar, si no saben volar pierden el tiempo conmigo…”

En la película, un poeta solitario, siendo su única compañía la muerte y el mismo. Una persona que anda en busca de esa, si esa mujer que sepa volar… pero que no encuentra, que por alguna razón tiene que volar para poder complementarse con el yo mismo de ese personaje llamado Oliverio…
En su andar por la vida su fiel compañera, es la muerte cuyo personaje es capaz de enamorar a través de sus poemas, “mientras sigas diciendo ciertas palabras yo no podré llevarte”- Mujer muerte atormentando los sentidos de un poeta para salvarte por ti sola. En la más austera soledad el poeta se inmiscuye en sí mismo y transforma la realidad a tal punto que deja de serlo, bailando, renegando al mundo externo y fríamente cayendo en las tentaciones de la vida mundana.
El mundo gira a su alrededor trayendo consigo lo mejor de la vida, una estabilidad, una casa, una mujer. Pero él en cambio sigue coqueteando con la muerte, provocándola, haciéndola rabiar, mojándola, excitándola, enamorándola, haciéndola sentir que él nunca será de ella y que por lo tanto seguirá buscando a esa mujer que vuela.

En tanto la mujer que vuela no quiere volar a su lado, por temor, por angustias, por pasado no quiere volar cerca del poeta de la soledad, y se inventa un millar de causas para escapar a tal fiel sentimiento que solo redunda en amor.

El poeta vacío recompone su entorno, lo transforma y de alguna manera se da cuenta que su amor, esa mujer que vuela, no es para el, lo que no significa que él no sepa volar, si no más bien se percata que él siendo un hombre tan conectado con los sentimientos nunca estuvo conectado al amor, y que fue esa mujer la que lo hizo descubrir “el lado oscuro de su corazón”.

Contexto Histórico


Posterior al realismo literario de la década de los `80, comienza a gestarse un movimiento paradigmático de una percepción distinta al tradicionalismo acostumbrado, lo cual lleva a escritores como en el caso de Girondo a avanzar por los sucesos políticos, económicos y sociales vividos anteriormente, creando de ésta forma nuevos espacios, figuraciones, imaginarios y técnicas asociadas a la idea de autonomía de la literatura. La innovación, en este movimiento literario denominado vanguardista, que se desarrolló en la primera mitad del siglo XX en Europa y América, se articula como fundamento, y la forma de relacionarse con la tradición consiste básicamente en establecer un punto de vista antagónico como posicionamiento del autor en el campo intelectual, en relación a instituciones y formaciones existentes en la sociedad, considerando a su vez que existe una reacción frente a los valores burgueses de aquel entonces.
Dicha postura, tomada por los literarios de ésta época va enfocada también a una lucha contra el modernismo, dando a entender que las transformaciones y despegues de la sociedad no resultan del todo equitativas, puesto que todas aquellas reformas transformadoras y aperturas comerciales extienden aún más la conocida brecha económica. En función de aquello se legitima la renovación radical de forma y contenido, en contra de lo establecido, junto con la experimentación, búsqueda de ideas en relación a lo que el hombre está viviendo y a su vez una conciencia social que permite tener una postura frente a las problemáticas que se deben enfrentar.
En el caso particular de Girondo, quien perteneció inicialmente al movimiento literario del Ultraísmo en España en 1918, el cual consistía en contribuir al uso del verso libre y el desarrollo de la metáfora, unido con el Imaginismo, y con el Futurismo por exaltar las ventajas alcanzadas por la ley del progreso. Este movimiento literario de la vanguardia, que fue el último al cual perteneció lo enfocó principalmente en la problemática urbana, es decir las modificaciones que tiene el paisaje según los cambios geográficos y la economía de cada ciudad, criticando así todas las costumbres de la vida urbana que carecen de sentido, expresándolo a través de poemas llenos de color e ironía.
Todo aquello se ve justificado a través de los grandes cambios que comienzan a vivir las ciudades, como lo es el caso de Argentina que se encuentra en un período de crecimiento sostenido, pasando en una primera instancia por una estabilidad monetaria y una inversión en infraestructura que le permite triplicar sus exportaciones, dando a entender de ésta forma que la mayoría de los ingresos del país son utilizados en avances tecnológicos y de modernidad (1900-1910), en un segundo período (1910-1930) se puede hablar de una economía exportadora, basada en la fertilidad de la Pampa, y por último una industrialización sustitutiva de importaciones basado en el mercado interno (1930-1970). Todos aquellas reformas se sustentan en el contexto mundial de cambios internacionales, junto con la globalización de por medio, como agente guiador en la senda del crecimiento sostenido.
Por otro lado cabe recalcar que Argentina a partir de 1930 comienza un período de golpes de Estado que traen consigo fuertes rasgos represivos y democracias muy débiles. La primera dictadura en manos de José Félix Uriburu denota una corrupción en el fraude electoral y desde ahí en adelante una serie de factores dictatoriales que se enmarcan en una legitimación frente a los golpes de Estado, la inspiración en un régimen fascista que les permita garantizar la violencia como método de obediencia, una estructura estatal represiva y un fraude electoral sistemático, lo cual más tarde fue conocido como la Década Infame, puesto que la sucesión de estos regímenes no dieron paso a una crecimiento a nivel social.
El nacimiento de éste movimiento literario, se apoya precisamente en el período por el cual atraviesa la República Argentina, la que a su vez se ve afectada por todos aquellos cambios que enmarcan al contexto europeo, considerando principalmente que la explosión del vanguardismo coincide con la Primera Guerra Mundial, dejando en evidencia todos los enfrentamientos entre las potencias europeas, de ésta forma se da paso a un cansancio intelectual, a una pobreza y aun encasillamiento artístico, lo que impulsa transformaciones en cuanto a la visión que se tiene de mundo y de hombre.
A la Primera Guerra Mundial, como hecho influyente debe sumársele la Revolución Rusa en 1917, la cual se enfoca en una esperanza de régimen diferente, donde el proletariado, es quien puede transformar la estructura económica. Dicha revolución, a nivel mundial es en cierta medida tomada como incentivo para comenzar a desarrollar nuevas temáticas o principios de cambios a nivel de países. Posterior a aquello, muchos atraviesan por los felices años 20, que entregan desarrollo político y prosperidad económica, lo cual se convierte en una plataforma de seguridad que hacía preveer que en aquel período el crecimiento sostenido se iba a mantener, considerando que Argentina se encontraba como uno de los primeros acreedores de los países centrales, gracias a sus exportaciones de carne y grano, siendo posible de esta forma llevar a cabo una política de bienestar que hacía eficiente la aplicación de nuevo derechos sociales, lo cual era publicitado y capitalizado por Juan Domingo Perón, quien fue elegido en 1946 con gran apoyo popular, siendo ésta una instancia de los débiles períodos de democracia, sin embargo, el desastre de Wall Street en 1929, trajo consigo una recesión económica y conflictos entre países, dejando en evidencia que el modelo económico de la época no era sostenible, definiendo fuertemente los límites del sistema capitalista, considerados entre ellos la producción y el capital, como agentes de intervención principales. Uno de los países que se vio fuertemente afectado fue Argentina, ya que todas las exportaciones disminuyeron de modo gravitante, generando así una desesperación en cuanto a la estabilidad y a los avances que se pretendían realizar.
Por otro lado es preciso destacar la formación de regímenes totalitarios a nivel europeo como son el fascismo y el nazismo que condujeron directamente a la Segunda Guerra Mundial, y de esta forma a la conformación de diferentes golpes de Estado a nivel de Sudamérica, ya que se transformaron, los europeos, en un modelo de política y desarrollo económico, lo cual fue imitado por varios, y entre ellos Argentina. La Segunda Guerra Mundial significó a rangos económicos y políticos cambios significativos para muchos de los países, quienes se vieron afectados en cuanto a grandes pérdidas de materiales de exportación y la adaptación a los modelos europeos, lo que trajo consigo un quiebre a nivel de sociedad, que pudo ser expresada por medio del vanguardismo.
En cuanto a los rasgos culturales en este período, se enfocan en las transformaciones y progresos científicos y tecnológicos, principalmente el área de modernización, lo cual da paso a una renovación en el ámbito literario en cuanto al romanticismo, simbolismo, realismo e impresionismo, renovando definitivamente este tradicionalismo existente, para hablar de libertad, ideas, nuevas expresiones, etc., que llevan consigo todo el peso de las transformaciones mundiales, ya que los movimientos literarios se conciben como una válvula de escape para criticar y hacer notar la propia visión frente a procesos sociales.

lunes, 15 de diciembre de 2008

El Manifiesto de Martín Fierro..por Oliverio Girondo


"Frente a la impermeabilidad hipopotámica del 'honorable público'.

Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático, que momifica cuanto toca.

Frente al recetario que inspira las lucubraciones de nuestros más 'bellos' espíritus y a la aficción al ANACRONISMOS y al MIMETISMO que demuestran.

Frente a la ridícula necesidad de fundamentar nuestro nacionalismo intelectual, hinchando valores falsos que al primer pinchazo se desinflan como chanchitos.

Frente a la incapacidad de contemplar la vida sin escalar las estanterias de las bibliotecas.
Y sobre todo, frente al pavoroso temor de equivocarse que paraliza el mismo ímpetu de la juventud, más anquilosa que cualquier burócrata jubilado:

MARTÍN FIERRO siente la necesidad imprescindible de definirse y de llamar a cuantos sean capaces de percibir que nos hallamos en presencia de una nueva sensibilidad y de una nueva comprensión...
[...]
MARTÍN FIERRO sabe 'que todo es nuevo bajo el sol'[...]
[...]
MARTÍN FIERRO cree en la importancia del aporte intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical. Acentuar y generalizar [...] el movimiento de independencia iniciado, en el idima, por Rubén Darío, no significa, empero, que habremos de renunciar, ni mucho menos finjamos desconocer que todas las mañanas nos servimos de un dentrífico sueco, de unas toallas de Francia y de un jabón inglés.
[...]
MARTÍN FIERRO,artista, se refriega los ojos a cada instante para arrancar las telara4as que tejen de contínuo el habito y la costumbre [...]

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Entrevista a Oliverio Girondo...por Laura Navarro


La voz de un hombre, el poeta:
una entrevista a Oliverio Girondo


Quería que mi ensayo fuera una entrevista a un
escritor argentino. Cuando estaba abocada a la ta-
rea de selección del autor, leí unos poemas que me
facilitaron la decisión: sería Oliverio Girondo.
Sentí que necesitaba saber más, que esas poesías
solas no alcanzaban; una nueva mirada al mundo
llegaba hasta mí y no me era ajena.
Salí a buscar al autor, pero ya no estaba, había lle-
gado tarde a mi vida. Pero permanecía su obra y por
ello, superando la desilusión inicial, decidí conti-
nuar en el empeño: haría la entrevista. Encontraría
las respuestas en las palabras de Oliverio Girondo,
es decir, en su propia obra; y he aquí el resultado.
P: Usted ha escrito que las distancias se han acor-
tado tanto que la ausencia y la nostalgia han
perdido su sentido. ¿Acaso ha quedado un espacio
para la poesía?
R: Segura de saber donde se hospeda la poesía,
existe siempre una multitud impaciente y apresu-
rada que corre en su busca pero, al llegar donde le
han dicho que se aloja y preguntar por ella, inva-
riablemente se le contesta: Se ha mudado. La poesía
siempre es lo otro, aquello que todos ignoran has-
ta que lo descubre un verdadero poeta.
P: Pero entonces, ¿qué los mueve a escribir?
R: Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún crea-
dor escribe para los otros, ni para sí mismo, ni
mucho menos, para satisfacer un anhelo de crea-
ción, sino porque no puede dejar de escribir.
Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mis-
mos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada
poema, pero a medida que se acumulan y forman
nuestra escueta o frondosa producción, debemos
reconocer que a lo largo de nuestra existencia he-
mos escrito un solo y único poema.
P: No obstante, al leer su obra nos sorprende la
variedad de temas, como si todo le sirviera de ma-
teria poética, los grandes temas humanos y la vida
cotidiana. Cabe luego la pregunta: ¿cómo surgen
sus poemas?
R: A veces los nervios se destemplan… Se pierde
el coraje de continuar sin hacer nada… Y se en-
cuentran ritmos al bajar la escalera, poemas tirados
en medio de la calle, poemas que uno recoge como
quien junta puchos en la vereda. Lo que sucede
entonces es siniestro. El pasatiempo se transforma
en oficio.
P: Y seguramente el oficio lo impulsa a publicar…
R: ¿Publicar? ¿Publicar cuando hasta los mejores
publican 1071% veces más de lo que debieran pu-
blicar? Yo no tengo, ni deseo tener, sangre de
estatua. Yo no pretendo sufrir la humillación de
los gorriones. Yo no aspiro a que me babeen la
tumba de lugares comunes, ya que lo único real-
mente interesante es el mecanismo de sentir y
pensar. Hasta que uno contesta a la insinuación
de algún amigo apocalíptico e inexorable…
P: ¡Amigo al que sus lectores estamos muy agra-
decidos! Por otra parte la crítica…
R: No hay crítico comparable al cajón de nuestro
escritorio. ¡El Arte es el peor enemigo del arte! Un
fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes
no son artistas. Los críticos olvidan, con demasia-
da frecuencia, que una cosa es cacarear,otra, poner
el huevo. ¡La opinión que se tendrá de nosotros
cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de
la vieja China o del viejo Egipto!
P: Sin embargo, la dureza de sus palabras no
condice con la ternura y la piedad hacia los otros
que se ve reflejada en su obra. Esta aparente con-
tradicción me lleva a preguntarle: ¿cómo es en
realidad Oliverio Girondo?
R: Yo no tengo una personalidad; yo soy un cóc-
tel, un conglomerado, una manifestación de
personalidades. Desde que estoy conmigo mismo,
es tal la aglomeración de las que me rodean, que
mi casa parece el consultorio de una quiromántica
de moda. El hecho de que se hospeden en mi cuer-
po es suficiente, sin embargo, para enfermarse de
indignación. Mi vida resulta así una preñez de po-
sibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se
destruyen mutuamente. El hecho de tomar la me-
nor determinación me cuesta un tal cúmulo de
dificultades, antes de cometer el acto más insigni-
ficante necesito poner tantas personalidades de
acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y
esperar que se extenúen discutiendo lo que han de
hacer con mi persona…
P: Una vez más está haciendo alarde de su humor
y de su inagotable energía; los mismos que emplea
al describir su comunión con la naturaleza. Real-
mente, ¿siente que somos parte de una totalidad
cósmica?.
R: La certidumbre del origen común de las espe-
cies fortalece tanto nuestra memoria, que el límite
de los reinos desaparece y nos sentimos tan cerca
de los herbívoros como de los cristalizados o de los
farináceos. Siete, setenta o setecientas generacio-
nes terminan por parecernos lo mismo, y (aunque
las apariencias sean distintas) nos damos cuenta
de que tenemos tanto de camello como de zanaho-
ria. El mármol, los caballos tienen mis propias
venas. Cualquier dolor lastima mi carne, mi esque-
leto. Si diviso una nube debo emprender el vuelo.
Cuántas veces me he dicho: ¿Seré yo esa piedra?
Nunca sigo un cadáver sin quedarme a su lado.
Basta que alguien me piense para ser un recuerdo.
P: Tal vez esa consustanciación con la naturaleza
le haya permitido captar el estado actual del mun-
do: degradado por las miserias humanas; de ser así,
¿qué nos pasó, cómo se llegó a esa degradación?
R: Nos sedujo lo infecto, la opinión clamorosa de
las cloacas. Y aquí estamos: exangües, más pálidos
que nunca; como tibios pescados corrompidos por
tanto mercader y ruido muerto; como mustias
acelgas digeridas por la preocupación y la dispep-
sia. Desolados engendros del azar y el hastío, con
la carne exprimida por los bancos de estuco y tri-
pas de oro… que los llevan al hambre, a empeñar
la esperanza, a vender los ovarios, a cortar en peda-
zos a sus adoradas madres, a ingerir los infundios
que pregonan las lámparas, los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra, y ha-
blan, hablan, hablan...
P: Parecen las palabras de un hombre cansado.
R: ¡Sí! Cansado de usar un solo bazo, dos labios,
veinte dedos, no sé cuántas palabras, no sé cuántos recuerdos, grisáceos, fragmentados. Y de los
replanteos y recontradicciones y reconsentimientos
sin o con sentimiento cansado… cansado hasta el
estrabismo mismo de los huesos de tanto errante y
queja quena y desatino tísico… simplemente cansado
del cansancio del harto tenso extenso entrenamien-
to al engusanamiento y al silencio… como si ya no
fuese bastante deprimente saber que sólo somos un
pálido excremento del amor, de la muerte.
P: Entonces, frente al dolor existencial y la inexo-
rable finitud, ¿sólo nos queda la muerte para huir
de esa realidad? ¿Cuál es su relación con la muerte?
R: No la conozco. No quiero conocerla. Me re-
pugna lo hueco, la afición al misterio, el culto a la
ceniza, a cuanto se disgrega. Jamás he mantenido
contacto con lo inerte. Si de algo he renegado es
de la indiferencia. No aspiro a transmutarme, ni
me tienta el reposo. Todavía me intrigan el absur-
do, la gracia. No estoy para lo inmóvil, para lo
inhabitado. Cuando venga a buscarme, díganle: «Se
ha mudado».
P: Pero, maestro, pese al cansancio y el escepticis-
mo, parece que su pasión y ansiedad por el mundo
permanecen intactas, que aún tiene esperanzas…
R: Ya sé que todavía pasarán muchos años para
que estos crustáceos del asfalto y la mugre se lim-
pien la cabeza y abandonen su costra de opresión,
de ceguera, de mezquindad, de bosta. Pero, quizás,
un día, antes de que la tierra se canse de atraemos
y brindamos su seno, el cerebro les sirva para sen-
tirse humanos… y descubrir, de nuevo, que todas
las riquezas se encuentran en nosotros y no bajo la
tierra. ¡Ah! Ese día… guardaremos silencio para
tomar el pulso a todo lo que existe y vivir el mila-
gro de cuanto nos rodea, mientras alguien nos diga,
con una voz de roble, lo que desde hace siglos es-
peramos en vano.
P: ¿Y mientras tanto?
R: Y entretanto lloremos tomados de la mano.
Lloremos. ¡Ah! Lloremos purificantes lágrimas,
hasta ver disolverse el odio, la mentira, y lograr
algún día —sin los ojos lluviosos— volver a sonreír-
le a la vida que pasa.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Comunión Plenaria (Oliverio Girondo) Fragmento El Lado Oscuro del Corazón



En este poema se se logra sentir la pasíon del poeta por la vida misma, por la fidelidad a sus ideales y como materializa en él todo lo que acontece a su alrededor. Su existencia, su razón de estar y ser se involucran en frases como:

"Si diviso una nube
debo emprender el vuelo.
Si una mujer se acuesta yo me acuesto con ella.
Cuántas veces me he dicho:
¿Seré yo esa piedra?"

Reflexión metatextual


Carta abierta a "LA PÚA" (Oliverio Girondo)
Querido Evar:

Un libro -y sobre todo un libro de poemas- debe justificarse por sí mismo, sin prólogos que lo defiendan o lo expliquen. [...]

¡Qué quieren ustedes!... A veces los nervios se destemplan. Se pierde el coraje de continuar sin hacer nada... ¡Cansancio de nunca estar cansado! Y se encuentran ritmos al bajar la escalera, poemas tirados en medio de la calle, poemas que uno recoge como quien junta puchos en la vereda.
Lo que sucede entonces es siniestro. El pasatiempo se transforma en oficio. Sentimos pudores de preñez. Nos ruborizamos si alguien nos mira la cabeza. Y lo que es más terrible aún, sin que nos demos cuenta, el oficio termina por interesarnos y es inútil que nos digamos: "Yo no quiero optar, porque optar es osificarse. Yo no quiero tener una actitud, porque todas las actitudes son estúpidas... hasta aquella de no tener ninguna"...
Irremediablemente terminamos por escribir: Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.
¿Voluptuosidad de humillarnos ante nuestros propios ojos? ¿Encariñamiento con lo que despreciamos? No lo sé.
El hecho es que en lugar de decidir su cremación, condescendemos en enterrar el manuscrito en un cajón de nuestro escritorio, hasta que un buen día, cuando menos podíamos preverlo, comienzan a salir interrogantes por el ojo de la cerradura.
¿Un éxito eventual sería capaz de convencernos de nuestra mediocridad? ¿No tendremos una dosis suficiente de estupidez, como para ser admirados?... Hasta que uno contesta a la insinuación de algún amigo: "¿Para qué publicar? Ustedes no lo necesitan para estimarme, los demás...", pero como el amigo resulta ser apocalíptico e inexorable, nos replica: "Porque es necesario declararle como tú le has declarado la guerra a la levita, que en nuestro país lleva a todas partes; a la levita con que se escribe en España, cuando no se escribe de golilla, de sotana o en mangas de camisa. Porque es imprescindible tener fe, como tú tienes fe, en nuestra fonética, desde que fuimos nosotros, los americanos, quienes hemos oxigenado el castellano, haciéndolo un idioma respirable, un idioma que puede usarse cotidianamente y escribirse de «americana», con la «americana» nuestra de todos los días..." Y yo me ruborizo un poco al pensar que acaso tenga fe en nuestra fonética y que nuestra fonética acaso sea tan mal educada como para tener siempre razón... y me quedo pensado en nuestra patria que tiene la imparcialidad de un cuarto de hotel, y me ruborizo un poco al constatar lo difícil que es apegarse a los cuartos de hotel.¿Publicar? ¿Publicar cuando hasta los mejores publican 1.071% veces más de lo que debieran publicar?... Yo no tengo, ni deseo tener, sangre de estatua. Yo no pretendo sufrir la humillación de los gorriones. Yo no aspiro a que me babeen la tumba de lugares comunes, ya que lo único realmente interesante es el mecanismo de sentir y de pensar. ¡Prueba de existencia!Lo cotidiano, sin embargo, ¿no es una manifestación admirable y modesta de lo absurdo? Y cortar las amarras lógicas, ¿no implica la única y verdadera posibilidad de aventura? ¿Por qué no ser pueriles, ya que sentimos el cansancio de repetir los gestos de los que hace 70 siglos están bajo la tierra? Y ¿cuál sería la razón de no admitir cualquier probabilidad de rejuvenecimiento? ¿No podríamos atribuirle, por ejemplo, todas las responsabilidades a un fetiche perfecto y omnisciente, y tener fe en la plegaria o en la blasfemia, en el albur de un aburrimiento paradisíaco o en la voluptuosidad de condenarnos? ¿Qué nos impediría usar de las virtudes y de los vicios como si fueran ropa limpia, convenir en que el amor no es un narcótico para el uso exclusivo de los imbéciles y ser capaces de pasar junto a la felicidad haciéndonos los distraídos? Yo, al menos, en mi simpatía por lo contradictorio -sinónimo de vida- no renuncio ni a mi derecho de renunciar, y tiro mis Veinte poemas, como una piedra, sonriendo ante la inutilidad de mi gesto.


Carta abierta a "La púa"
publicada como prólogo de
"Veinte poemas poemas para leer en el Tranvía"
(París, diciembre de 1922)

Oliverio Girondo
(17/08/1891 - 24/01/1967

Poemas


APARICIÓN URBANA

¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio,
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo desnudo,
casi azul, de tan blanco.
Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.






¡AZOTADME!

¡Azotadme!
Aquí estoy,
¡azotadme!
Merezco que me azoten.
No lamí la rompiente,
la sombra de las vacas,
las espinas,
la lluvia;
con fervor,
durante años;
descalzo,
estremecido,
absorto,
iluminado.
No me postré ante el barro,
ante el misterio intacto
del polen,
de la cama,
del gusano,
del pasto;
por timidez,
por miedo,
por pudor,
por cansancio.
No adoré los pesebres,
las ventanas heridas,
los ojos de los burros,
los manzanos,
el alba;
sin restricción,
de hinojos,
entregado,
desnudo,
con los poros erectos,
con los brazos al viento,
delirante,
sombrío;
en comunión de espanto,
de humildad,
de ignorancia,
como hubiera deseado...
¡como hubiera deseado!







BALAÚA

De oleaje tú de entrega de redivivas muertes
en el la maramor
plenamente amada
tu néctar piel de pétalo desnuda
tus bipanales senos de suave plena luna
con su eromiel y zumbos y ritmos y mareas
tus tús y más que tús
tan eco de eco mío
y llamarada suya de la muy sacra cripta mía tuya
dame tu
Balaúa




CALLE DE LAS SIERPES

A D. Ramón Gómez de la Serna

Una corriente de brazos y de espaldas
nos encauza
y nos hace desembocar
bajo los abanicos,
las pipas,
los anteojos enormes
colgados en medio de la calle;
únicos testimonios de una raza
desaparecida de gigantes.

Sentados al borde de las sillas,
cual si fueran a dar un brinco
y ponerse a bailar,
los parroquianos de los cafés
aplauden la actividad del camarero,
mientras los limpiabotas les lustran los zapatos
hasta que pueda leerse
el anuncio de la corrida del domingo.

Con sus caras de mascarón de proa,
el habano hace las veces de bauprés,
los hacendados penetran
en los despachos de bebidas,
a muletear los argumentos
como si entraran a matar;
y acodados en los mostradores,
que simulan barreras,
brindan a la concurrencia
el miura disecado
que asoma la cabeza en la pared.

Ceñidos en sus capas, como toreros,
los curas entran en las peluquerías
a afeitarse en cuatrocientos espejos a la vez
y cuando salen a la calle
ya tienen una barba de tres días.

En los invernáculos
edificados por los círculos,
la pereza se da como en ninguna parte
y los socios la ingieren
con churros o con horchata,
para encallar en los sillones
sus abulias y sus laxitudes de fantoches.

Cada doscientos cuarenta y siete hombres,
trescientos doce curas
y doscientos noventa y tres soldados,
pasa una mujer.
A medida que nos aproximamos
las piedras se van dando mejor.





CAMPO NUESTRO

En lo alto de esas cumbres agobiantes
hallaremos laderas y peñascos,
donde yacen metales, momias de alga,
peces cristalizados;
pero jamás la extensa certidumbre
de que antes de humillarnos para siempre,
has preferido, campo, el ascetismo
de negarte a ti mismo.
Fuiste viva presencia o fiel memoria
desde mis más remota prehistoria.
Mucho antes de intimar con los palotes
mi amistad te abrazaba en cada poste.
Chapaleando en el cielo de tus charcos
me rocé con tus ranas y tus astros.
Junto con tu recuerdo se aproxima
el relente a distancia y pasto herido
con que impregnas las botas... la fatiga.
Galopar. Galopar. ¿Ritmo perdido?
hasta encontrarlo dentro de uno mismo.
Siempre volvemos, campo, de tus tardes
con un lucero humeante...
entre los labios.
Una tarde, en el mar, tú me llamaste,
pero en vez de tu escueta reciedumbre
pasaba ante la borda un campo equívoco
de andares voluptuosos y evasivos.
Me llamaste, otra vez, con voz de madre
Y en tu silencio sólo halló una vaca
junto a un charco de luna arrodillada;
arrodillada, campo, ante tu nada.
Cuando me acerco, pampa, a tu recuerdo,
te me vas, despacio, para adentro...
al trote corto, campo, al trotecito.
Aunque me ignores, campo, soy tu amigo.
Entra y descansa, campo. Desensilla.
Deja de ser eterna lejanía.
Cuanto más te repito y te repito
quisiera repetirte al infinito.
Nunca permitas, campo, que se agote
nuestra sed de horizonte y de galope.
Templa mis nervios, campo ilimitado,
al recio diapasón del alambrado.
Aquí mi soledad. Esta mi mano.
Dondequiera que vayas te acompaño.
Si no hubieras andado siempre solo
¿todavía tendrías voz de toro?
Tu soledad, tu soledad... ¡la mía!
Un sorbo tras el otro, noche y día,
como si fuera, campo, mate amargo.
A veces soledad, otras silencio,
pero ante todo, campo: padre-nuestro.





CANSANCIO

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.




DICOTOMÍA INCRUENTA

Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.








DIETÉTICA

Hay que ingerir distancia,
lanudos nubarrones,
secas parvas de siesta,
arena sin historia,
llanura,
vizcacheras,
caminos con tropillas
de nubes,
de ladridos,
de briosa polvareda.
Hay que rumiar la yerba
que sazonan las vacas
con su orín,
y sus colas;
la tierra que se escapa
bajo los alambrados,
con su olor a chinita,
a zorrino,
a fogata,
con sus huesos de fósil,
de potro,
de tapera,
y sus largos mugidos
y sus guampas, al aire,
de molino,
de toro...
Hay que agarrar la tierra,
calentita o helada,
y comerla
¡comerla!






¿DÓNDE?

¿Me extravié en la fiebre?
¿Detrás de las sonrisas?
¿Entre los alfileres?
¿En la duda?
¿En el rezo?
¿En medio de la herrumbre?
¿Asomado a la angustia,
al engaño,
a lo verde?...
No estaba junto al llanto,
junto a lo despiadado,
por encima del asco,
adherido a la ausencia,
mezclado a la ceniza,
al horror,
al delirio.
No estaba con mi sombra,
no estaba con mis gestos,
más allá de las normas,
más allá del misterio,
en el fondo del sueño,
del eco,
del olvido.
No estaba.
¡Estoy seguro!
No estaba.






EL PURO NO

El no
el no inóvulo
el no nonato
el noo
el no poslodocosmos de impuros ceros noes que noan noan noan
y nooan
y plurimono noan al morbo amorfo noo
no démono
no deo
sin son sin sexo ni órbita
el yerto inóseo noo en unisolo amódulo
sin poros ya sin nódulo
ni yo ni fosa ni hoyo
el macro no ni polvo
el no más nada todo
el puro no
sin no





ELLA

Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente florescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.





ESCRÚPULO

Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.






GRATITUD

Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio Girondo,
agradecido.







HAZAÑA

Todo,
todo,
en el aire,
en el agua,
en la tierra
desarraigado y ácido,
descompuesto,
perdido.
El agua hecha caballo antes que nube y lluvia.
Los toros transformados en sumisas poleas.
El engaño sin malla,
sin "tutu",
sin pezones.

La impúdica mentira exhibiendo el trasero
en todas las posturas,
en todas las esquinas.
Las polillas voraces de expediente cocido,
disfrazadas de hiena,
de tapir con mochila.
Las techumbres que emigran en oscuras bandadas.
Las ventanas que escupen dentaduras de piano,
cacerolas,
espejos,
piernas carbonizadas.

Porque mirad
sin musgo,
mi corazón de yesca,
qué hicimos,
qué hemos hecho
con nuestas pobres manos,
con nuestros esqueletos de invierno y de verano.

Desatar el incendio.
Aplaudir el desastre.
Trasladar,
sobre caucho,
apetitos de pústula.
Prostituir los crepúsculos.
Adorar los bulones
y los secos cerebros de nuez reblandecida...
Como si no existiera más que el sudor y el asco;
como si sólo ansiáramos nutrir con nuestra sangre
las raíces del odio;
como si ya no fuese bastante deprimente
saber que sólo somos un pálido excremento
del amor,
de la muerte.



LLORAR A LÁGRIMA VIVA...

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!





LO QUE ESPERAMOS

Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.






MI LU

mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus erpsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía






MILONGA

Sobre las mesas,
botellas decapitadas de «champagne» con corbatas blancas de payaso,
baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de «cocottes»
El bandoneón canta con esperezos de gusano baboso,
contradice el pelo rojo de la alfombra,
imana los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.
Machos que se quiebran en corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros,
la jeta hinchada de palabras soeces.
Hembras con las ancas nerviosas,
un poquito de espuma en las axilas y los ojos demasiado aceitados.
De pronto se oye un fracaso de cristales.
Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire.
Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía dentro;
mientras en un oleaje de brazos y de espaldas estallan las trompadas,
como una rueda de cohetes de bengala.
Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.




MITO

Mito
mito mío
acorde de luna sin piyamas
aunque me hundas tus psíquicas espinas
mujer pescada poco antes de la muerte
aspirosorbo hasta el delirio tus magnolias calefaccionadas
cuanto decoro tu lujosísimo esqueleto
todos los accidentes de tu topografía
mientras declino en cualquier tiempo
tus titilaciones más secretas
al precipitarte
entre relámpagos
en los tubos de ensayo de mis venas.



NO SE ME IMPORTA UN PITO...

No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?
¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.








NO SOY QUIEN ESCUCHA...

No soy quien escucha
ese trote llovido que atraviesa mis venas.

No soy quien se pasa la lengua entre los labios,
al sentir que la boca se me llena de arena.

No soy quien espera,
enredado en mis nervios,
que las horas me acerquen el alivio del sueño,
ni el que está con mis manos, de yeso enloquecido,
mirando, entre mis huesos, las áridas paredes.

No soy yo quien escribe estas palabras huérfanas.




NOCTURNO

Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.





NOCTURNO 2

Debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.





PAISAJE BRETÓN

Douarnenez,
en un golpe de cubilete,
empantana
entre sus casas como dados,
un pedazo de mar,
con un olor a sexo que desmaya.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!

Sobre los muelles,
mercurizados por la pesca,
marineros que se agarran de los brazos
para aprender a caminar,
y van a estrellarse
con un envión de ola
en las paredes;
mujeres salobres,
enyodadas,
de ojos acuáticos, de cabelleras de alga,
que repasan las redes colgadas de los techos
como velos nupciales.

El campanario de la iglesia,
es un escamoteo de prestidigitación,
saca de su campana
una bandada de palomas.

Mientras las viejecitas,
con sus gorritos de dormir,
entran a la nave
para emborracharse de oraciones,
y para que el silencio
deje de roer por un instante
las narices de piedra de los santos.

1920

De "Veinte poemas para ser leídos en el tranvía"







PLEAMAR

Nada ansío de nada,
mientras dura el instante de eternidad que es todo,
cuando no quiero nada.






POEMA 12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.






PUEDES JUNTAR LAS MANOS

La gente dice:
Polvo,
Sideral,
Funerario,
y se queda tranquila,
contenta,
satisfecha.
Pero escucha ese grillo,
esa brizna de noche,
de vida enloquecida.
Ahora es cuando canta
Ahora
y no mañana
Precisamente ahora.
Aquí.
A nuestro lado...
como si no pudiera cantar en otra parte.
¿Comprendes?
Yo tampoco.
Yo no comprendo nada.
No tan sólo tus manos son un puro milagro.
Un traspiés,
un olvido,
y acaso fueras mosca,
lechuga,
cocodrilo.
Y después...
esa estrella.
No preguntes.
¡Misterio!
El silencio.
Tu pelo.
Y el fervor,
la aquiescencia
del universo entero,
para lograr tus poros,
esa ortiga,
esa piedra.

Puedes juntar las manos.
Amputarte las trenzas.
Yo daré mientras tanto tres vueltas de carnero.





QUE LOS RUIDOS TE PERFOREN LOS DIENTES...

Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.






SOLO

Solo,
con mi esqueleto,
mi sombra,
mis arterias,
como un sapo en su cueva,
asomado al verano,
entre miles de insectos
que saltan,
retroceden,
se atropellan,
fallecen;
en una delirante actividad sin rumbo,
inútil,
arbitraria,
febril,
idéntica a la fiebre
que sufren las ciudades.
Solo,
con la ventana
abierta a las estrellas,
entre árboles y muebles que ignoran mi existencia,
sin deseos de irme,
ni ganas de quedarme
a vivir otras noches,
aquí,
o en otra parte,
con el mismo esqueleto,
y las mismas arterias,
como un sapo en su cueva
circundado de insectos.








TESTIMONIAL

Allí están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.

Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire...

¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.

Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto;
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a cOntrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas Pobladas de alacranes filtrables,
Con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.

Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del sexo en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.

Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la adulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.





¡TODO ERA AMOR!

¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M,
con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor-amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!








TOPATUMBA

Ay mi más mimo mío
mi bisvidita te ando
si toda
así
te tato y topo tumbo y te arpo
y libo y libo tu halo
ah la piel cal de luna de tu trascielo mío que
me levitabisma
mi tan todita lumbre
cátame tu evapulpo
sé sed de sed
sé liana
anuda más
más nudo de musgo de entre muslo de seda
que me ceden
tu muy corola mía
oh su rocío
qué limbo
ízala tú mi tumba
así
ya en ti mi tea
toda mi llama tuya
destiérrame
aletea
lava ya emana el alma
te hisopo
toda mía
ay entremuero
vida
me cremas
te edenizo.






TRÍPTICO

I
Tendido
entre lo blanco,
la vi.
Se aproximaba.
Las pupilas baldías,
el cuerpo inhabitado,
sin cabellos,
sin labios, inasible,
vacía;
junto a mí
a mi lado...
¡Toda hecha de nada!
Se sentó.
¿Me esperaba?
La miré.
Me miraba.

II
Ya estaba entre sus brazos
de soledad,
y frío,
acalladas las manos,
las venas detenidas, sin un pliegue en los párpados,
en la frente,
en las sábanas;
más allá de la angustia,
desterrado del aire,
en soledad callada,
en vocación de polvo,
de humareda,
de olvido.

III
¿Era yo,
la voz muerta,
los dientes de ceniza,
sin brazos,
bajo tierra,
roído por la calma,
entre turbias corrientes,
de silencio,
de barro?
¿Era yo,
por el aire,
ya lejos de mis huesos,
la frente despoblada,
sin memoria,
ni perros,
sobre tierras ausentes,
apartado del tiempo,
de la luz,
de la sombra;
tranquilo,
transparente?






TROPOS

Toco
toco poros
amarras
calas toco
teclas de nervios
muelles
tejidos que me tocan
cicatrices
cenizas
trópicos vientres toco
solos solos
resacas
estertores
toco y mas toco
y nada
Prefiguras de ausencia
inconsistentes tropos
qué tú
qué qué
qué quenas
qué hondonadas
qué máscaras
qué soledades huecas
qué sí qué no
qué sino que me destempla el toque
qué reflejos
qué fondos
qué materiales brujos
qué llaves
qué ingredientes nocturnos
qué fallebas heladas que no abren
qué nada toco
en todo





VISITA

No estoy.
No la conozco.
No quiero conocerla.
Me repugna lo hueco,
la afición al misterio,
el culto a la ceniza,
a cuanto se disgrega.
Jamás he mantenido contacto con lo inerte.
Si de algo he renegado es de la indiferencia.
No aspiro a transmutarme,
ni me tienta el reposo.
Todavía me intrigan el absurdo, la gracia.
No estoy para lo inmóvil,
para lo inhabitado.

Cuando venga a buscarme,
díganle:
"se ha mudado".







VUELO SIN ORILLAS

Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.

Abajo: en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas
los rumores cansados,
desesperadamente.

Ya todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestable riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Un resplandor desnudo,
una luz calcinante
se interpuso en mi ruta,
me fascinó de muerte,
pero logré evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.

Todavía el destino
de mundos fenecidos,
desorientó mi vuelo
-de sideral constancia-
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.

Me oprimía lo flúido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.





Y DE LOS REPLANTEOS...

Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimiento sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y
remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho a lo repoco y
lo remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes
de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara van en ansia de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogo y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidéfalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y libido y oficio
recansadísimo
de tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintos perversitos
y de las ideitas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo
o sensitivo tibio
o remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento
al engusanamiento
y al silencio.





YOLLEO

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto,
desde el yo mero mínimo al verme yo, harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando
y yoyollando siempre
por qué
Si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo...

Frases de Oliverio Girondo


“Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón.”
"Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida son los brazos de las Venus que han perdido los brazos."
"Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario."
"No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio."
"Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor."
"Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí, donde me encuentre(...)" De su poema: Cansancio.
"No soy quien espera, enredado en mis nervios, que las horas me acerquen el alivio del sueño." De su poema: No soy quien escucha
“La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.”

“¿Qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses.”

jueves, 4 de diciembre de 2008

Cronología de Oliverio Girondo


1891: Nace en Buenos Aires el 17 de agosto. Hijo de Juan Girondo y Josefa Uriburu, es el menor de cinco hermanos de una familia adinerada de rancio abolengo.

1900: Viaja a París en compañía de sus padres con motivo de la Exposición Universal. Cursa estudios primarios en diversos centros europeos.

1911: Funda con René Zapata Quesada una publicación literaria de efímera vida llamada Comoedia.

1915: Frecuenta las principales tertulias literarias de Buenos Aires, como la del Hotel París, donde se reunían los colaboradores de la revista Caras y caretas, y en la que conoce al poeta Baldomero Fernández Moreno. En noviembre de ese mismo año estrena en el teatro Apolo de Buenos Aires una obra en colaboración con Zapata Quesada titulada La madrastra, «melodrama infecto y maeterlinckiano», a decir del propio poeta.

1918: Viaja por Europa y África, visitando ciudades como Edimburgo, Brujas, Conoce en Milán al pintor argentino Emilio Petorutti.

1919: Funda con Ricardo Güiraldes y Evar Méndez la editorial Proa, anterior a la revista del mismo nombre.

1922: Oliverio publica en Argenteuil (Francia) la primera edición de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.

1923: Se publica en España el segundo libro de poemas de Girondo, Calcomanías.

1924: Se presenta la revista Martín Fierro, en su segunda época, en cuyo 4º número (15 de mayo) aparece el célebre «Manifiesto de Martín Fierro», redactado por Oliverio Girondo. El poeta colabora también en la revista con artículos de contenido diverso y la publicación de sus conocidos Membretes.

1927: Es incluido en la Exposición de la Actual Poesía Argentina (1922 - 1927), compilada por Pedro Juan Vignale y César Tiempo.

1930: Oliverio recorre Egipto De su viaje quedan tres cuadernos de nota con algún poema inédito y una película de su viaje por el Nilo. En Tetuán presencia la guerra de España contra marruecos.

1932: Publica en Buenos Aires Espantapájaros. El poeta organizó la propaganda del libro en un coche fúnebre tirado por seis caballos, presidida por una réplica en papel maché del «académico» que el pintor José Bonomi dibujó para la portada del libro.

1934: Establece gran amistad en Buenos Aires con Pablo Neruda y Federico García Lorca, que por esas fechas dirige en Buenos Aires la obra La dama boba.

1937: Publica el extraño y oscuro Interlunio.

1943: Contrae matrimonio con la también poeta Norah Lange, después de una duradera relación.

1946: Aparece una plaquette que contiene su poema Campo Nuestro, homenaje del poeta a la pampa argentina.

1953: Se publica una primera versión de En la masmédula compuesta de dieciséis poemas.

1956: Aparece en la editorial Losada la versión definitiva de En la masmédula, a la que el poeta añade una decena de poemas nuevos.

1959: Publica junto a Enrique Molina una traducción de Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud.

1960: Arturo Cuadrado y Carlos A. Mazzanti graban un disco long-play del libro En la masmédula, leído por el propio Girondo.

1961: Sufre un grave accidente que le deja mermado físicamente.

1967: Muere en Buenos Aires el 24 de enero, y es enterrado en el ilustre cementerio porteño de la Recoleta.

Introducción El Lado Oscuro del Corazón (Poema Oliverio Girondo)




La película muetra la vida de un poeta bohemio que anda en busca de la mujer que sepa volar, además de su íntima relación con la muerte y de como éste a través de sus poemas es capaz de enamorarla.

Biografía de Oliverio Girondo


Nace Oliverio en Buenos Aires, un 17 de agosto de 1891, en el seno de una familia acomodada de ilustres antepasados: «Desciende por su padre -escribe su amigo Ramón Gómez de la Serna en sus Retratos contemporáneos- de vascos de Mondragón -cuya casa blasonada cayó en los bombardeos de la última guerra civil- y por su madre, apellidada Uriburu y Arenales, de los conocidos próceres también vascos». Su infancia transcurre en la capital argentina, aunque muy temprano la grácil economía familiar encamina los pasos del poeta en ciernes hacia la vieja Europa, que paradójicamente seguía albergando el nacimiento de lo nuevo. Cursa estudios en varios colegios en Europa: en el colegio Epsom de Londres y en la Escuela «Albert le Grand» de Arcueil, cerca de París, de la cual, volviendo al relato de RAMÓN, es expulsado al arrojar «un tintero a la cabeza del profesor de Geografía porque habló en su lección de los antropófagos que existían en Buenos Aires, capital del Brasil».

Termina sus estudios juveniles de regreso a Buenos Aires y principia su actividad literaria. Comienza la carrera de Derecho y acuerda con sus padres no abandonar la carrera si consienten financiarle visitas periódicas a Europa en período vacacional. De esta manera, se hacen más frecuentes los viajes a Europa y en ellos entabla relaciones literarias y amistosas con poetas y artistas del continente europeo, que le introducen en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas. En esa época sus lecturas más estimadas son los poetas simbolistas franceses, los ensayos de ideario decadente de Remy de Gourmont, el Darío de Los raros y la filosofía de Nietzsche. Por esos años, Girondo anda colaborando como corresponsal en diversas revistas porteñas como Plus Ultra y la conocida Caras y caretas. El poeta Jules Supervielle, medio uruguayo-medio francés, le presenta en París a los jóvenes que por esos años ya organizaban las célebres veladas surrealistas

En Madrid, Gómez de la Serna le recibe en la tertulia de Pombo, de donde arranca una espontánea y duradera amistad que fragua años más tarde con la estadía del madrileño en Buenos Aires. Recorre el Nilo y visita las pirámides de Egipto, y en Italia conoce al pintor argentino Emilio Pettoruti. Fruto directo de este periplo viajero (Madrid, Sevilla, París, Buenos Aires, Río de Janeiro) es su primer libro de poemas Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, publicado en una pequeña población francesa en 1922. A propósito de esta época el propio Oliverio informa:

Entre idas y vueltas de Europa -¡he vivido 567 días en el mar!- fundé con mis amigos de «La Púa» un pasquín inédito que se llamó Comedia. Varios artículos publicados en él y otros en Plus Ultra indican que convalecía «de» Barrés. (¡Qué olor a pomo y a gomina!). En un momento de verdadero extravío mental, arriesgué, con la complicidad de René Zapata Quesada, un intento teatral: La Madrastra, melodrama infecto y maeterlinckiano. Después, para redimirme, rompí papel durante varios años. Rompí papel en Edimburgo y en Sevilla, en Brujas y en Dakar, hasta que en 1922 publiqué algunos de los que se salvaron junto con diez hojas de mi «carnet» de croquis bajo el título de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.

Ese mismo año, junto a la obra de Girondo, se publican también Trilce del peruano César Vallejo, Andamios Interiores del mexicano Manuel Maples Arce y Paulicèia desvairada del brasileño Màrio de Andrade, para confirmar la madurez de la poesía vanguardista en América Latina.

Dedica casi en su totalidad el año 1923 a recorrer España y a gestar el que será su segundo libro de poemas, Calcomanías, publicado precisamente en España en 1925. Viaja por el país (Toledo, Madrid, Sevilla, Granada, Algeciras) en burro y en diligencia, sentado, según cuenta, al costado de una muerta. «También viajó -según cuenta Paco Urondo- en el "tren botijo", especie de tren carreta que [...] para en los lugares que el pasajero quiere. Yendo de Valencia a Sevilla paró en Guadix, Granada, donde los gitanos hacen cuevas en las montañas para vivir; allí encontró un Valdepeñas que lo hizo quedar en la juerga gitana durante tres días. Cuando tomó el tren para seguir viaje, un suicida puso la cabeza y Girondo vio un humo rojizo que salía de las vías: era la sangre del desdichado, evaporada por el frío».

De regreso en Buenos Aires, funda en 1924, junto a Evar Méndez y algunos otros escritores y artistas, el periódico Martín Fierro, con el objeto de formar un ambiente preparatorio para el desarrollo de las nuevas corrientes artísticas en el Río de la Plata. En julio de ese mismo año emprende un largo viaje por América y Europa en «misión intelectual» para promover un «frente único» y un «verdadero intercambio de producciones, revistas y libros; ideas, poesía, arte», en países como Chile, Cuba, México o Perú. Su peregrinaje es saludado por intelectuales de la talla de Guillén, Mariátegui o Villaurrutia.

En 1927, tras la polémica con La Gaceta Literaria sobre el «meridiano intelectual de Hispanoamérica», se disuelve el periódico Martín Fierro (su último número apareció el 15 de noviembre de 1927) ante la decisión de algunos redactores de apoyar desde sus páginas la candidatura a la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, vulnerando de esta manera la voluntad de prescindencia política que sus directores se habían impuesto desde la fundación del mismo.

Acabada la etapa de Martín Fierro, donde colabora esporádicamente con sus conocidos «Membretes», Girondo mantiene su proyecto poético publicando en Buenos Aires en 1932 su libro Espantapájaros. La presentación del libro tiene lugar en Buenos Aires con las exageraciones propias de las manifestaciones vanguardistas. Oliverio hizo una réplica en papel maché del «espantapájaros-académico» que el pintor Bonomi había diseñado para la tapa del libro, el cual fue colocado, según cuenta Norah Lange, «en una carroza coronaria -de esas que llevan las flores y van detrás del coche fúnebre- tirada por seis caballos, con su auriga y lacallos, vestidos según la moda Directorio, apostados a cada lado». Al mismo tiempo alquiló un local en la calle Florida atendido por hermosas y llamativas muchachas para la venta del libro. La experiencia publicitaria resultó un éxito y el libro se agotó en cosa de un mes. El muñeco que durante años presidió la entrada de su casa de Suipacha al 1444, hoy puede contemplarse en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires.

En 1937 aparece su el relato Interlunio con el sello de Editorial Sur. El elemento visual se une de nuevo al verbal a través de las oscuras aguafuertes de Lino Spilimbergo.

En 1942 la editorial Losada publica Persuasión de los días.

En 1943, después de una duradera relación, Oliverio Girondo y Norah Lange deciden contraer matrimonio. Por esas fechas ambos comparten sus días entre la quinta de Gwen y la casa de Suipacha al 1444, en Buenos Aires. Oliverio aparece vinculado con los grupos jóvenes que actúan por esos años, emulando al Macedonio Fernández de los años 20 que se integró como uno más con los miembros de Martín Fierro, veinte años más jóvenes que él. La casa de Suipacha que era como un museo de las culturas más diversas sirve durante muchos años de centro de reunión para estos jóvenes: Edgar Bayley, Carlos Latorre, J. Llinás, Francisco Madariaga, Enrique Molina, Olga Orozco, Aldo Pellegrini, Mario Trejo o Alberto Vanasco.

En 1946 aparece una plaquette con un único y extenso poema: Campo nuestro.

En 1948 realiza un viaje a Europa con su esposa, que se repite en 1965 siendo éste el último.

Aldo Pellegrini presenta en el número 2, noviembre de 1953, de la revista Letra y línea los primeros poemas que en 1956 compondrán la edición definitiva de En la masmédula.

Un accidente sufrido en 1961 le deja disminuido durante los últimos años de su vida. Muere en Buenos Aires el 24 de enero de 1967.